El Resto

Espacio nomada que se desplaza a través del maletero del coche. 

Vivimos en una frontera extensa y difusa, los que vivimos en la periferia. La ciudad parece ser compacta y homogénea, el extrarradio desordenado y roto. Salimos lentamente del centro, observando cómo el paisaje se desmenuza allí donde el horizonte se aleja. Aprendemos a vivir en un paisaje hecho de los desechos de la ciudad, todo lo que el centro no quiere lo saca hacia las afueras. Normal el pensamiento gris sobre estos espacios.

Todo lo que hay aquí es un residuo que se amontona descontroladamente en el vacío, un vacío que algún día se llenará convirtiéndose en la ciudad del mañana. Conducimos y no sabemos donde ir. Pronto nos paramos en un descampado en el que se amontonan materiales diversos. Materiales más cercanos al concepto de mierda que al de material. Y los observamos, los palpamos y los recogemos. Somos como ellos, viven con nosotros.

Conducimos y no sabemos a dónde vamos. Pronto nos paramos en un descampado y abrimos los maleteros de los coches, desplegamos sillas y nos sentamos a beber y fumar, con la música a toda ostia. Allí no molestamos a nadie, ni nadie nos molesta a nosotros.
Materialidades antiproductivas en estado puro. Un espacio marginal, materiales marginados y jóvenes marginándonos.
El Resto nos hicimos llamar.